Cuantas veces

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Cuantas veces podría verte muerta, tantas.

Salir por toda Barrancas a tus golpes, a las voces que bajan desde las cordilleras
y suenan en mis patios.

Cuantas veces nacería fuera de aquí, en la maldición de la acción.

Papeles azules volando sobre mi pieza, pegándose en el techo y en los vidrios sucios de la cama muerta.

Cuantas veces el frío se hará nosotros y se vestirá con ninguna habitación que se pudre.
Tus cosas en el suelo, tus cosas en el suelo.

Somos pobres, pero no se trata siempre de lo mismo. Nunca más serán los ojitos de las niñas, nunca más se harán naciones en la noche.
Los nervios, los cigarros, los ocultos mensajes que se enrrollan en mi cara, la muda vida que te llevo dentro.
Cuantas veces cruces y piedras en las posas que se hacen en el pasto. Cuantas piedras arrojadas a tu pieza. Cuantas cabezas tienen que ser necesarias, cuantas protestas.

Hoy conmigo duerme la calma, la transpiración se me enfría sola, porque nunca vas a gastar tus pequeñas monedas por aquí. Y no me sirven ni los retos de mis madres, ni los de mis hijas, ni las consideraciones de mis hijas. Ninguna maldita inocencia se hará casa en estas calles.

Da lo mismo tanto, cuantas veces dará igual.

Las mujeres sin brazos dormirían en las vecinas.

La espera se sirve de algo cuando aún no vemos la propia libertad, cuando todavía se hace sangre en mi cuerpo. Pero cuando te busco, cuántas veces tendré que lanzarme de los edificios en llamas al vacío de unos cigarros mal encauzados.

En este mismo momento

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Nadie me ha muerto,
sólo saldré por los ojos sucios de los pobres
por las noches.

Nadie me ha muerto

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Liberarnos chuchá a chuchá del cristal,
desestorbarnos de lo esnob y
hacernos de verdad, de nunca morir.

Nadie me ha muerto y no me harán ninguna muerte.

Las ranas se toman las ciudades en doscientas venidas y
las mugres se vierten desde las orillas de las ojeras, desde la misma
sangre de mis vecinos del barrio.

Dame un puchito que nadie me ha muerto.
Dame unos besitos entre las salas, entre las alas, entre la sal;
me da lo mismo, quiero que me robes un poquito los fascismos.
Dame las casas bajas ajadas, rotas las ventanas hasta los plásticos,
los humos de todas
virus viruses
mocos y la pobreza, las caras de los niños que se parten de las cosas que no-tienen
la cosa se ha vuelto puro espectáculo
niuna concienca en las rejas de los desclasaos que nos sacan
las cosas que no-tenemos
hasta cuando me van a romper las cicatrices y la espalda se me van a seguir encorvándonos

Nadie nos ha muerto, todavía.
Nadie nos morirá, estamos seguros de eso y dame otro besito.