La barra de hielo me golpeó
fuerte la nuca y me tumbó.
Una vez abrí los ojos dime
cuenta de tremenda hazaña:
Sí, ¡viva la calle y el pantalón!
Después, quizás tres o cuatro segundos,
una de las mujeres se acercó y me judeó un poco.
La saliva me saltaba entre salidas y
precarizaba mi pecho, como esperando.
Sí, que viva la calle y el pantalón,
pero que no vivan sin voz.
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1 comentarios:
vaya,y yo que buscaba temas de antropología linguística en la red va y resulta que me encuentro con un poeta... parece que saussure hace amigos
me ha gustado mucho tu rincón. me encanta la cadencia de tu poesía. vendré a visitarte más veces...
besos
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Amaru