Desde mis días no se ve tan lejano; ni
las casas se levantan sobre la vista.
Y si estallara y mi cuerpo
saliera difuminado
por la calles y las
oficinas,
sería un poco tímido y
tal vez tonto.
Recalaría en los labios que me acunen
o que se revienten
conmigo. Quizás
te habite el sexo o
los pies, sólo quizás.
Y podría mirarte más allá del campo
y las frescas avalanchas que me espantan.
Hay unas furias, aunque inéditas,
maneras de ser
obsecuente y poco consecuente. Porque
para disgregarse hay que tener los hombros firmes
y dejar de estimar e interpretar.
En el papel, salen encuentros
a la medida de cada espejuelo sobre los de
vida y obra.
En silencio
Como toda maravilla, las cosas
de este mundo se
han de mover
en silencio
hay un giro a mis izquierdas,
plenas invitaciones a lo meditabundo.
Es el tiempo de los silencios y -en
ellos-
se pierde ese cristal
en las arenas
Quizás, después de este amargo
barco con sus
macetas colgando en todas las habitaciones,
me salgan raíces por ahí, con cualquiera.
Nube
Nube imperecedera,
polvo en las camisas y los libros
del balcón y las esquinas.
Un día volverás,
y mi fuerza cilíndrica te
hará de nuevo y te
envolveré desde tu matriz
hasta los
rojos
fugaces que te salpican
las vergüenzas y las mejillas.
Un suave viento enarbolado y las
aves grises,
y todo el mundo girando
de impaciencia.
El pañuelo es un mundo, verás.
Cerradas las búsquedas,
habrás de tornar a lo que amistosamente
nunca debiste violentar.
Se caen las flores,
los maceteros, tus senos
y mi voz, que susurra como
siempre tres palabras que siguen intactas.
Una banca
En una banca
se m
e cayeron los secretos
de varias canc
iones en tus
labios y
en tu piel arena.
Tus ojos cristales siguen
llamándome con su satisfacción
en las raíces.
Boca mar
Te lleno en mi boca mar,
pájaros que se regocijan en las
-intentos de la nueva cosa y de la no-
Un hombre pasa y su sombra
se lo come como con venganza.
Lana
Entre las cuerdas
que me dejan caminar por entre la fruta
y las mesitas de la feria hay una risa
instaurada.
Lana en los puestos y en
tu cabeza,
las manos en la tina de baño deslizándose.
El mar,
mi amor por las gentes
de suave caminar y tu
llanto.
Es tiempo de empezar,
lana en mis brazos.
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