En un cuarto de minuto, en el cuarto de atrás,
en el cuarto día de ese extraño mes,
supo de las mayúsculas
palabras con las que sepultaba las raíces
de su bolsita del té.
En un cuarto, exánime,
hexagonal y sexuado,
tomó sus carnes y se las echó en el hombro:
quiso caminar.
1 comentarios:
El hombre que muere estático muere la muerte y además la indiferencia; usted señor, que se lanza a caminar, no morirá ninguna de las dos entre mis ojos.
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Amaru