A tu cansancio lo observo,
lo copulo desde mi hombros para mis adentros.
Mujer de la sonrisa de lengua roja
y ojitos negros,
niña de las casas
del rededor,
saltaste un día de
las techumbres,
abrazaste lo chilotitos nicaragüeneses
y derrumbaste la sierra en el Perú.
Son las manos féminas, fusileras
y nocturnas
las que exploten mi suramérica.
Las sangres saltarán temprano por sus sienes
señoritos de la "libertad".
Dedicado a María
Concepción, la Conce.
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Amaru