La posibilidad es meternos en la noche

|
- “Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?” - “Sí”, dijo, todavía mirándome.
De La noche de los feos, de Mario Benedetti
Yo también me desnudaba. Su cuerpo tibio y sus dientes apretados contra mi ahogada esperanza, y sus nudos deshechos por toda la habitación jugaban con mis ideas en vaivenes. No sabía cómo pedírselo, cómo decirle algo. Ella de a poco se alimentaba de mi, de mi pecho, de mi lengua. Inhalaba de sí para apretujarme, para asirme con toda su tensión. De pronto su mano. Pude sentir que su mano era rosada. Juntaba sus dedos presurosa y tomaba mis anteojos, que ya me había quitado. Su nariz chocaba en calma con la mía y se dividía en dos. Su boca apretada me deshumanizaba de a poco y yo me iba transformando en ella. Sí, es como ustedes piensan, quizá no pasó nada. Tomé sus lágrimas y las mías y las guardé bajo al almohada. No sé si en verdad toqué sus manos rosadas. No sé... Ella no me dijo más nada. Sólo recuerdo que despertamos y aún había un poco de oscuridad, un poco de nosotros y la violencia de las ciudades. Es verdad, yo la acaricié. Pero no creo haberla rozado. No lo sé. Quizá no pasó nada.

0 comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tus comentarios! Luego te respondo. Nos vemos.

Amaru