Una cama muerta

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Una cama muerta en medio de la sala. La mirada atónita con el ojo acónito. Un retazo de las cosas que se me habían soltado. Sí, es verdad, se me cae un poco la semilla y mi pecho quieto se lamenta tanto. Prístino chocolate que se revuelve en mi interior. Las murallas la miran desconsoladas. Las ventanas se apartan, con desdén. Los dibujitos en la sala me odian, me buscan por encargo de muerte. Y el bolso... El bolso tirado en la mitad de mi vida. Ya no sé cómo deslizarme, cómo me excuso conmigo mismo. Siento un hilito tirante en el pecho. Las hebras de la cama muerta. Son las hebras de la cama muerta. De la cama muerta. De una cama muerta.

2 comentarios:

Fabrizio dijo...

Un bloque sólido de lo que eres: eso es este poema.

te echaba de menos



Rata

Anónimo dijo...

“El bolso tirado en la mitad de mi vida…”

Tan sólo ese verso puede hacer un inmenso poema. Y yo me pregunto hacía que parte del exterior del cuerpo miras, para poder decir con tanta vena lo que adentro no deja de respirar.

Eres un artista, tus letras dan vida aun a esas cobijas.

Saludos con afecto.

Te digo.

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Amaru